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Clasificación
862
Autor(es)
Zorrilla, José, 1817-1893
Título(s)
Don Juan Tenorio: seguido de poesías escogidas/ Texto íntegro de acuerdo con el original
Edición
Editores
Lugar de Edición
Fecha de edición
4a ed.
Editorial Sopena Argentina, S.R.L.
Argentina
octubre/ 1945
Notas
José Zorrilla de la Academia Española.
Resumen
Don Juan Tenorio es un drama religioso-fantástico en dos partes escrito en 1844 por el dramaturgo español José Zorrilla, inspirado en El burlador de Sevilla y convidado de piedra, de 1630, atribuido a Tirso de Molina. Tras un año de aventuras, Don Luís Mejía y Don Juan Tenorio se reúnen para completar una apuesta, en la que debían demostrar quien de los dos podía hacer más daño con mayor fortuna. Al decir ambos sus conquistas, batallas ganadas, asaltos venturosos y demás, se dieron cuenta de que quedaron empatados, así que decidieron una revancha que consistía en que esa misma noche, Don Juan debía conquistar a Doña Ana de Pantoja, con la que debía casarse Don Luís (que consideró imposible de lograr) al día siguiente, y a Doña Inés de Ulloa, criada desde recién nacida recluida en el convento. Don Juan, más audaz que el mismo demonio, secuestra a Don Luís mientras realiza sus hazañas para que no le estorbe. Doña Ana es seducida por Don Juan haciéndose pasar por su prometido. Doña Inés es engañada por Brígida y enamorada por ella hacia Don Juan. Él la saca del convento a punto de llegar Don Gonzalo de Ulloa, padre de Doña Inés, y llevada a casa de Don Juan, a las afueras de Sevilla, en las orillas del Guadalquivir. Al momento llega Don Luís, embozado, pero sus ganas de matar al dueño de la casa le hacen ser reconocido. Don Juan insiste en que ha ganado la apuesta, pero Don Luís asegura que es su contrincante el que ha de perder la vida porque ha incumplido las normas al conquistar a su prometida haciéndose pasar por quien no es. Ciutti avisa a Don Juan de que Don Gonzalo ha llegado con más gente armada, así que Don Luís es retirado a otra habitación mientras Don Juan declara su amor verdadero por Doña Inés, postrándose de rodillas ante su padre, el Comendador, quien no le cree. Oyéndolo Don Luís, se une a Ulloa, y Don Juan enojado da un pistoletazo al uno y una estocada al otro cayendo muertos los dos. Al tiempo, éste se escapa y soldados y justicia entran para encontrarse los dos cadáveres. Tras años de fuga, Don Juan regresa a Sevilla y en lugar de su casa se encuentra un cementerio, con las tumbas de su padre, y de otras tres personas: Don Luís, Don Gonzalo y Doña Inés; cada tumba tiene sobre su lápida una escultura, cuyo creador está a punto de marcharse, pero Don Juan se acerca a él para informarse sobre lo ocurrido durante su ausencia. El escultor le cuenta que su padre, Don Diego Tenorio, hizo destruir el palacio para crear en su lugar panteón para él y para cuantos murieron a manos de su hijo, también que Don Juan estaba desheredado y que Doña Inés murió de sentimiento al regresar al convento abandonada por su amado, aunque la muerte no la trató mal. Tras esto, el escultor al enterarse de con quien estaba hablando se marchó para dejarles el problema a los sevillanos. Al quedarse sólo comienza a hablar con las esculturas, y cuando habla con Doña Inés, rompe a llorar, al momento al que su estatua se desvanece y aparece en su lugar la sombra de su amada. Ésta le dice que Dios la ha dejado esperarle en su sepultura para darle una última oportunidad. Pensando en lo ocurrido, razona equívocamente que todo fue obra de su imaginación. Ahora se reencuentra con sus amigos Centellas y Avellaneda, que ya estuvieron con él en el primer encuentro por la apuesta, y deciden ir a cenar a casa de Don Juan. Allí aparece la estatua de Don Gonzalo, cayendo Centellas y Avellaneda desvanecidos, y éste le dice de parte de Dios que no falte esa misma noche a su cita en el panteón. Ahora se le vuelve a aparecer la sombra de Doña Inés, recordándole lo mismo que la estatua de su padre. Cuando ella desaparece Don Juan corre a despertar a sus amigos, y éstos, pensando que les había drogado, comienzan a discutir y terminan en la calle a muerte. Tras matarles, arrepentido por lo recientemente hecho, acude a su cita en el cementerio. Allí, tras hablar con la estatua de Don Gonzalo, a punto de ser llevado al infierno, aparece Doña Inés, que gracias a cuyo amor, Dios le concede el cielo a Don Juan.
Descripción
125 p.
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